La primera actividad que hicimos durante la clase fue la de traducción simultánea. En ella, lo único que debíamos hacer era repetir lo que estábamos escuchando. Se comenzaron a crear ritmos que cada vez eran más complicados de seguir no solo para 'los traductores' sino también para la persona que hacía de 'intérprete'.
Lo segundo que hicimos fue experimentar con nuestro propio cuerpo: hicimos ritmos con palmadas en el pecho, rodillas, culo, pies... A cada número se le asignó una acción:
- 1: palmada
- 3: palmada y pecho
- 5: palmada, pecho y rodillas
- 7: palmada, pecho, rodillas, culo
- 9: palmada, pecho, rodillas, culo y pies
Así creamos una coreografía de ritmos: 335715 RAQUEL. El nombre lo debíamos decir rápidamente. Tras realizar el ejercicio anterior grupalmente, el profesor fue sacando a pequeños grupos.
Aquí vemos algunos ejemplos:
El precursor fue Doug Goodkin. Es un educador de la música y defensor del Método Orff. Se formó su visión de una educación que cumpla la promesa imaginativo, espiritual y humanitario de cada niño durante tres décadas de enseñanza de la música.
Para estos juegos hay que tener en cuenta la lateralidad de los niños, puesto que si lo queremos complicar lo podemos hacer con el lado contrario al predominante. Basta cambiar de mano para que el ejercicio sea complicado. Este tipo de juegos sirve para detectar la lateralidad.
Es mejor sentir la música que pensarla porque no se disfruta si estás pensando mecánicamente en lo que tienes que hacer a continuación. Es importante llevar el pulso internamente y sentirlo como grupo. Evitará la desincronización.
Un juego que podemos usar para favorecer la sincronización es el que hemos realizado en clase de las palmas y los pies. Desconozco como se llama aunque el juego ya lo conocía de haberlo trabajado en campamentos.
Un juego que podemos usar para favorecer la sincronización es el que hemos realizado en clase de las palmas y los pies. Desconozco como se llama aunque el juego ya lo conocía de haberlo trabajado en campamentos.
Consiste en dar una palmada (único sentido) y se va pasando al siguiente dando esa palmada. Si la siguiente persona da dos palmadas se cambia el sentido. Para aumentar la dificultad del juego se utilizan también los pies de la misma manera que las manos. Para incorporar los silencios nos podíamos agachar.
Con este ejercicio se desarrolla la atención periférica.
Además, durante la clase hicimos un experimento. Se dividió la clase en dos grupos: el primero recibiría explicación de las normas del juego y el segundo mientras tanto miraría. Al salir el segundo grupo, se demostró que lo hicimos mejor porque habíamos contado con el apoyo visual del anterior grupo.
El último juego que hicimos consistía en repetir lo que decía el profesor: hacer ecos.
A continuación dejo un vídeo de niños haciendo sonar un ritmo más rápido o lento: